Claves esenciales para una sesión segura, profunda y eficaz

¿Eres un profesional de la ayuda y deseas saber si estás ofreciendo a tus clientes un acompañamiento seguro, profundo y eficaz? ¿Deseas conocer las principales claves para que la sesión fluya con éxito, seguridad y sea realmente útil para la persona? ¿Te gustaría tener una mayor comprensión de las personas que acuden a pedirte ayuda?

Si tu profesión te invita a conocerte, a explorarte, y a querer ofrecer a tus clientes un espacio donde puedan ser y sacar la mejor versión de ellos mismos a través del autoconocimiento, la sanación del trauma y las heridas que les dejaron huella, ¡sigue leyendo!

Vamos a abordar hoy lo importante y valioso que es ofrecer un buen acompañamiento en nuestras sesiones, sea cual sea el lugar y ámbito de trabajo desde el que procedamos y desde las diferentes profesiones de la ayuda a las que nos dediquemos.

Queremos seguir aportando y poder ofrecerte nuestra visión sobre este tema. «El todo es más que la suma de las partes»

 

¿Por qué una persona acude a consulta?

Ya sabemos que cuando alguien decide ir a consulta es porque en su interior, un dolor intenso no le deja avanzar en su camino. Tomar esta decisión de pedir ayuda, muchas veces es una decisión que lleva su tiempo, se duda mucho, entran los miedos, la persona se juzga y se le puede hacer difícil responsabilizarse de querer hacer alguna cosa con eso que le está ocurriendo.

En muchas ocasiones ni la persona misma sabe definir exactamente qué es lo que le ocurre.

Así que, nosotros vemos en cada uno de nuestros clientes a verdaderos héroes en su viaje interior.

Cualquier pequeño paso tiene el valor de un gran paso.

En la mayoría de los casos la persona decide venir a consulta por las razones siguientes:

  • Le gustaría cambiar la situación que está viviendo.
  • La situación que vive le sobrepasa a nivel emocional y no sabe como gestionarla, no posee ni encuentra los recursos necesarios para resolverla.
  • Siente malestar emocional y sus emociones bloquedas.
  • Es posible que tome conciencia de la importancia que tiene conocerse, sanar y decida abrirse a ese camino de auto exploración.

Poder llegar a comprender qué está pasando en esa persona, en sus adentros, pasa por comprender sus necesidades, heridas y comprender el concepto de trauma.

La palabra trauma deriva del Griego y significa herida.

Podemos definirlo también como una emoción o impresión negativa fuerte que produce un daño duradero en la persona que lo padece, causando un fuerte impacto emocional que se mantiene y tiene consecuencias a lo largo de su vida hasta que no es activamente resuelto.

 

 

¿Conoces la teoría del Iceberg y sobre su significado?

Si a ejemplo consideramos un Iceberg, eso que el cliente a simple vista ve y que es «el problema», es solo la punta del iceberg, es solamente un pedacito de lo que en una visión más profunda y amplia le sucede.

Si miráramos por debajo del hielo, veríamos detalladamente todo un mundo que se expande y que está por explorar y que ahora a vista inicial, nos queda oculto.

No nos percatamos en muchas ocasiones ni de su existencia.

Si miramos un poquito más allá de lo que el cliente conoce y ya sabiendo que cada síntoma manifestado está mostrando la relación que hay con algún otro aspecto de la persona de la que no es consciente, podemos comprender el sentido que aporta adentrarse en el mundo de la sanación terapéutica.

Estos aspectos no conscientes ejercen una influencia, una presión que llega con fuerza a nuestras vidas y que por ello nos hablan de ir a por una sanación profunda y no querer buscar soluciones a corto plazo que nos sirvan solo como remedio temporal y pasajero.

Como decía Carl Jung, quien introdujo los conceptos de inconsciente colectivo, cultural y familiar:

«Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma».

Hoy sabemos que una parte de nuestra mente actúa de manera consciente y otra parte funciona de manera inconsciente, (el subconsciente).

En nuestro día a día tenemos la sensación de que todos esos pensamientos y sentimientos tienen que ver con todas las situaciones que vamos experimentando, pero en realidad toda esa información que se construye desde esos pensamientos, emociones, sentimientos, creencias, ya estaba grabada en nosotros previamente como una memoria y ahora sale a la superficie, emerge desde nuestro interior.

Entender que la mayor parte de las situaciones que experimentamos en nuestra cotidianidad, con las cosas de cada día, lo que hacen es activar el «botoncito», «la chispa» para que estas emociones, sentimientos, pensamientos o creencias afloren, nos lleva a ampliar nuestra comprensión en el momento de acompañar a las personas.

Es por ello que la propuesta es ir más allá de lo que el cliente conoce, sabiendo que cada síntoma que se va manifestando en diferente formato (situaciones que se repiten, conflictos que persisten, actitudes, estados emocionales….) va relacionado con algún aspecto del que la persona no está siendo consciente.

Estos aspectos llegan con una gran fuerza y es por ello que consideramos relevante y de vital importancia dirigir la mirada hacia una sanación profunda de la persona.

Vamos a ver ahora algunas propuestas para mejorar y alcanzar mayor seguridad, profundidad, confianza y eficacia durante el desenlace de las sesiones que vayamos a acompañar.

 

Algunas claves para abordar la sesión

¿Cómo podemos aumentar la seguridad?

Tener esto en cuenta hará que la persona (y uno mismo), se sienta y esté en un espacio de seguridad.

  • Crear un buen clima, un espacio cuidado, cálido, en orden y que transmita confianza y tranquilidad nos ayudará a sentirnos en orden interiormente para acompañar a la persona que tenemos delante y ella percibirá y se contagiará de ese estado de tranquilidad.
  • Abrir y actuar desde un marco de protección, en el que profesionalmente me dispongo a cuidar, nutrir, mimar, sostener, guiar a la persona; y en el que vamos a establecer y respetar límites.
  • Trabajar basándonos en nuestra experiencia, conocimiento y marco de intervención profesional. Usarlos con claridad como referencia para decir «si» o «no» a ser el profesional que acompañe a esa persona.
  • Recordar que solamente podemos dar aquello que hemos tomado. Saber diferenciar cuándo podemos ofrecer la ayuda que el cliente necesita y cuándo debemos derivar al cliente a otro profesional, marca la diferencia.
  • Respetar límites. Cuando hablamos de límites nos referimos a:
    • Respetar el espacio de seguridad e intimidad del cliente. Siempre desde el «pedir permiso» para adentrarnos juntos en cada temática.
    • Realizar con atención la valoración de si es el momento adecuado para la persona o no lo es, para el abordaje de una temática o situación.

    Es de suma importancia respetar estos límites y poder entrar con confianza en un precioso baile donde ambos nos entendemos, siempre protegiendo y cuidando el «hasta dónde voy» con la persona que tengo delante.

    Recordar en todo momento que el cliente debe poder estar realmente sostenido, por muy adentro que vayamos. Si no es así (porque hay demasiada catarsis emocional, no tiene herramientas de gestión emocional propia, o no tenemos los conocimientos suficientes para profundizar) es mejor no abrir esas puertas y ayudarle con un abordaje menos profundo.

  • Dar tiempo a la persona a expresar, integrar, respirar, buscar sus respuestas. Respetar su velocidad, no apresurar.
  • Permitir ser y mostrarse, sin juzgar.
  • Permitir sentir y expresar, conteniendo a la persona dentro de la ventana de tolerancia, para que pueda integrar y elaborar lo vivido, lo dicho, lo visto en la sesión.
  • Acoger, respetar lo que acontece y acompañar desde este lugar amoroso y respetuoso.
  • Aprender conscientemente con la propia práctica y realizar supervisiones de tu praxis profesional de vez en cuando. Cada nuevo acompañamiento a un cliente ya conocido o que acude por primera vez, nos genera al inicio algo de incertidumbre, no sabemos «por dónde nos saldrá en esta ocasión», ni cuánto de complejo va a ser. Y es evidente que la práctica misma nos permite ganar confianza, porque cada una de las sesiones nos abre a nuevas posibilidades y también genera nuevos aprendizajes por ambas partes.

 

¿Qué tener en cuenta para profundizar y tener una mejor comprensión de la persona?

Comprensión sistémica

Un modo de profundizar es comprender al otro sistémicamente.

Contemplarlo como un ser holístico, con unas raíces y una historia, con un tejido familiar que influye y afecta directamente a lo que hoy le puede estar sucediendo. Contemplar al cliente en todo su conjunto.

Profundizar y comprender al otro, es ver al cliente en sus diferentes etapas, en sus diferentes estados del yo, es poder llegar a que él también pueda ampliar sobre la comprensión de sí mismo, y conocerse mejor, dejando mostrar todas las partes que le conforman, aunque a primera vista, algunas no las quiera ver ni le gusten.

 

Una buena indagación

Para ello te proponemos plantear el abordaje de las situaciones dedicando el tiempo necesario para realizar una buena anamnesis, la primera toma de contacto, la indagación y entrevista.

Es necesario profundizar en la indagación, con una escucha atenta y preguntas adecuadas para:

  • conocer los recursos y habilidades de los que dispone la persona y su estado actual
  • explorar la narrativa del cliente para que esta nos permita reconectar con las partes excluidas o exiliadas y el cliente pueda reconectar con el recuerdo, las heridas y los ciclos de vida donde sucedieron.

 

¿Cómo hacerla?

  • Formular preguntas que inviten a la reflexión.
  • Dejar que sea el cliente quien explore sus propias soluciones, siempre acompañándole.
  • Dejar las preguntas abiertas, por ejemplo: ¿Cuéntame cómo pasó eso? ¿Qué sientes sí…?
  • Dar lugar a lo que no resulta cómodo.
  • Ampliar consciencia. Ayudar a tener más comprensión de uno mismo.
  • Poner especial atención al mundo interno del cliente.

 

Abordaje con una mirada amplia

Una vez hecha la indagación, seguir abordando, considerando los siguientes puntos:

  • Considerar al Niñ@ interior y los ciclos de vida. Explorar y ver si el dolor presente tiene que ver con una herida de infancia o de otra etapa vital que dejó huella emocional y por eso hoy aflora de nuevo.
  • Mirada transgeneracional. Nos referimos a la idea que aporta la psicogenealogía y que explica que en ocasiones el origen de los problemas que enfrenta una persona no parecen estar explicados por completo en el desarrollo de su vida individual. Bajo esta perspectiva un individuo no únicamente está influenciado por lo que vive en su vida, sino que también está influenciado por las vivencias de sus antepasados, y mayormente por los momentos de sufrimiento que quedaron fuertemente guardados en las memorias de los ancestros. Así, juegan un papel importante en las decisiones de la persona por la influencia que tienen sobre el individuo a nivel inconsciente.
  • Mirada sistémico familiar. La idea básica es considerar que cada miembro de la familia interactúa con los demás y se influyen mutuamente. Una consecuencia de esto es que todo cambio en uno de los miembros va a repercutir sobre todo el sistema y va a provocar y generar cambios.
  • Mirada sistémico colectivo. Entendida como una representación de la importancia y la fuerza que emite el «colectivo inconsciente» en cada persona, lo que ocurre a nivel de social en conjunto, se graba en nuestro inconsciente también con mucha fuerza y está influenciando en cada persona.

¿Cómo ser lo más eficaces posible?

Cuando hablamos de ser eficaces, queremos hacer referencia a:

  • La capacidad de atender múltiples problemáticas desde una perspectiva que mira al ser humano con amplitud de vista y poderla aplicar durante las sesiones.
  • Al mismo tiempo queremos transmitir la idea de que cada profesional debe poder llegar al cliente aportándole senderos de apertura encaminados a encontrar soluciones que pueda comprender y aplicar en su día a día.

Así, en el acompañamiento que realizamos con los muñecos, partimos de la imagen que se genera junto a la indagación y sabemos que esta imagen «muestra lo que es», lo que está latente en la parte menos consciente de la persona.

A partir de esta escena, la persona, va a ir ampliando conciencia, comprendiendo, tomando nueva perspectiva con lo que le sucede, encontrando nuevos senderos que se presentan para resolverlo.

Trabajaremos para que ella misma sea quien se dé cuenta, la ayudaremos a que se responsabilice de sí misma, sus emociones y decisiones.

Nuestra función es la de guiar, ayudar y acompañarle en ese «su viaje».

 

Claves para la eficacia

  • Fijar con claridad un objetivo para la sesión: que la persona nos cuente qué tendría valor conseguir este día en concreto y cómo lo notaría o aplicaría en su día a día.
  • Realizar la sesión basándonos en este objetivo, sin perdernos.
  • Relacionar la toma de consciencia o el desenlace de la sesión con el objetivo marcado inicialmente. Ayudar a la persona a ver con claridad la relación que existe entre lo que le hemos contado, lo que ha visto… y la situación inicial que la ha traído a sesión.
  • Realizar un cierre de estabilización emocional y vuelta al estado de presencia de la persona que atendemos. No dejar que salga de la sala «perdida», «confusa» o sin indicaciones prácticas.
  • Ayudar a concretar en algo útil y de práctica diaria el trabajo interior que ha realizado. Que la persona salga de la sala con un mantra, un anclaje, un elemento práctico de autocuidado, un ejemplo práctico de gestión emocional que pueda aplicar, etc.
  • Adecuar la profundidad del abordaje a la capacidad de la persona para gestionar la información cuando regrese a su casa y esté fuera de la sala. Ir demasiado deprisa hacia las heridas desestabiliza a la persona, y es contraproducente en su proceso, pues cuando de nuevo la persona está sola sin nosotros la información puede desbordarla, no puede sostenerlo. Esto convierte el proceso en ineficaz y pone a la persona en peligro. En lugar de sentir que mejora siente que empeora. Esta adecuación es responsabilidad del profesional. Mejor ir despacio que precipitarnos.

 

¿Cuáles son las actitudes y habilidades a desarrollar?

«Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas, pero al tocar una alma humana sea apenas otra alma humana.» Carl Jung

Me encantó esta frase cuando la leí. Me fascinó la profundidad que guardan estas palabras y siento que son una base importante para la descripción de estas actitudes y habilidades.

 

¿Qué significa ayudar?

Ayudar es un arte. Y como todo arte es necesario conocerlo, se puede aprender y practicar y así ir ganando experiencia.

Como seres humanos dependemos de la ayuda de otros y también necesitamos ayudar a otros. Ayudar no solo sirve a los demás, sino que nos sirve a nosotros mismos. Nos hace sentir bien, llenos, nos transporta a un lugar de paz y por ahí retomamos el equilibrio, compensamos lo que la vida nos da con la ayuda que ofrecemos a otros.

Contemplaremos hoy los órdenes de la ayuda (Bert Hellinger), ellos nos dan las pautas para colocarnos en nuestro lugar como ayudadores, en nuestro rol de acompañantes para poder ofrecer una ayuda más efectiva.

 

Órdenes de la ayuda

  • Equilibrio dar y tomar: Nos referimos a que solamente podemos dar aquello que tenemos (no puedes ser maestro de lo que es desconocido para ti. No puedes enseñar al otro a conseguir algo en sí mismo, en su vida o en sus relaciones, si lo desconoces completamente). Debemos ser conscientes de que la persona solo puede recibir lo que necesita (si quieres enseñarle a pescar cuando necesita remar, de qué le sirve tu ayuda? No querrá poner su atención en pescar, no lo necesita).
  • Respetar el destino del otro: únicamente podemos intervenir hasta donde las circunstancias lo permitan, por ejemplo, (no podemos prometer que ayudaremos a curar una enfermedad, salvar un matrimonio o conseguir un embarazo; algunas cosas no están en nuestras manos).
  • Relación adulto a adulto: no somos ni la madre ni el padre de nuestros clientes, no buscamos sustituirles en su corazón. Somos adultos en una relación adulta.
  • Empatía sistémica: para ayudar a la persona, miraremos, observaremos a su familia y reconoceremos el lugar de cada uno como lo valioso que es. No tomaremos parte entre «buenos» y «malos» en el sistema familiar. Ayudaremos a integrar para que cada uno encuentre su lugar.
  • Amar lo que es: por mucho que el otro se diferencie de nosotros, lo amamos. (si siento rabia por ejemplo al ver algo de mi padre, me permito sentirlo, aceptar que esa rabia está ahí me permite poderla transformar). Conectar con la aceptación de lo que fue, o de lo que hay, nos abre al camino hacia la transformación y así poder sanar.

 

Seguimos hablando de habilidades

  • Crear un vínculo de alma a alma: una de las mayores habilidades es poder llegar al otro desde ese lugar, verse y mirarse, bailar en ese diálogo interno, sentirse y percibirse de corazón a corazón, aún teniendo un amplio conocimiento teórico y/o técnico a veces nos cuesta comprender la importancia que tiene poder situarse en este lugar de acompañamiento, tan increíblemente transformador y carismático con el cual poder llegar al otro.

  • Saber y reconocer sin miedo los límites propios: saber que no tienes todas las recetas para todas las personas a las que acompañas. Tu humildad se convierte en responsabilidad hacia la persona.
  • Tener un buen nivel de autoconocimiento: de su persona, de su vida, de su propio dolor y de su propio sufrimiento. Un dolor y un sufrimiento que ha mirado, ha transitado y ha podido transcender.
  • Tomar conciencia en el autocuidado. Ser constantes en el cuidado propio, respetar los merecidos descansos, higiene, orden, mental, física y emocional.
  • Cuidar todas las relaciones en las que esté interviniendo y procurar que emocionalmente hablando esté en orden y equilibrio, y en una relación entre adultos.
  • Crear un marco de confianza absoluta para que pueda suceder la apertura del cliente. Eso sería crear un contexto físico, emocional y psicológico en el que la persona se sienta segura para poder ir abriendo progresivamente su fragilidad e intimidad, sus miedos y su dolor hacia el terapeuta.Crear este contexto hará que el cliente se abra, y pueda y quiera mostrarse con más profundidad y tranquilidad. Para conseguirlo es muy importante poner atención al espacio físico de trabajo, puedes seguir los principios del Feng Shui, y proponer espacios y lugares que inviten a la comodidad, la claridad y la confianza.Puedes proponer dinámicas para establecer una conexión mayor con el espacio /lugar de trabajo como pueden ser las visualizaciones para relajarse y acomodarse en el espacio desde una profunda conexión.
  • Cuidar la relación terapéutica manifestando el compromiso desde el inicio de preservar su intimidad dentro y fuera de la sala o consulta.
  • No juzgar a la persona, sus familiares, sus acciones, sentimientos o creencias. Acompañar desde la aceptación y abrir toda nuestra confianza.
  • Ver al cliente como una persona totalmente capaz en la superación de lo que le acontece.
  • Sintonizar a un nivel profundo con la persona que tenemos delante es otro de los puntos claves y una habilidad a desarrollar. «Bailar» junto al otro, en ese diálogo interno permite una apertura positiva enfocada a la mejora y a la sanación.
  • Mantenernos abiertos: mostrar una apertura constante hacia el mundo interno de la persona que acude a consulta y estar en resonancia con lo que le ocurre, con su sentir, observar atentamente su lenguaje corporal, sus gestos, sus silencios, sus emociones contenidas, que a veces salen y otras veces no.
  • Mantenernos presentes y entrenar esta habilidad.
  • Tomar consciencia sobre qué merece que le demos un «lugar de peso» en la sesión.
  • Enfocarnos siempre en la solución para poder empoderar y dar fuerza a la persona y desde ahí que el cliente pueda visualizar un futuro con más luz, un camino mejor, más abierto y en dirección a poder tomar la vida con más alegría y fuerza.

 

Os saludamos, de corazón,

Marina Viscido y Olga Gil

Equipo Pedagógico Ciencia Interior

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